Una enfermera cristiana fue despedida de su puesto en un hospital del Reino Unido tras negarse a identificar a un pedófilo condenado como “mujer trans”, desencadenando una nueva controversia sobre la libertad de conciencia, los derechos religiosos y las políticas de identidad de género en el sistema de salud pública.

La profesional, con más de 15 años de experiencia en el cuidado de pacientes vulnerables, expresó objeciones éticas y religiosas cuando se le solicitó referirse a un hombre biológico —condenado por delitos sexuales contra menores— como una mujer. Según la enfermera, su negativa no se basaba en transfobia, sino en la convicción de que usar un pronombre femenino para un abusador de menores “era participar en una mentira moralmente inaceptable”.

“Mi fe cristiana me llama a amar la verdad y proteger a los más vulnerables. No puedo en conciencia llamar ‘mujer’ a un hombre que ha abusado de niños”, declaró la enfermera en una entrevista posterior al despido, acompañada por una organización legal que la representa.

El hospital argumentó que su negativa constituía una violación de las políticas inclusivas de la institución, alegando que su actitud creaba un entorno “no seguro ni respetuoso” para el paciente en cuestión. La medida ha sido respaldada por algunos sectores del sistema de salud, pero ha despertado indignación entre defensores de la libertad religiosa, padres de familia y comunidades cristianas.

Grupos legales como Christian Concern han tomado el caso y planean apelar la decisión, alegando discriminación por creencias religiosas. “Estamos viendo una tendencia peligrosa en la que los profesionales cristianos deben elegir entre su fe y su empleo. Este caso es especialmente alarmante por involucrar a un pedófilo. ¿Dónde queda la protección a las víctimas?”, señaló Andrea Williams, directora del grupo.

La noticia ha encendido el debate público sobre los límites de la inclusión, la ética profesional y el respeto por las creencias individuales. Mientras tanto, la enfermera insiste en que no se arrepiente de su decisión y que su conciencia está limpia.

“Perder mi trabajo es duro, pero no voy a traicionar mis valores. No puedo colaborar con una narrativa que pone en riesgo la verdad y la dignidad humana”, concluyó.