Según el informe, el porcentaje de adultos que se identifican como cristianos ha caído de un 78% en 2007 a un 63% en la actualidad. En contraste, los llamados "no afiliados" —que incluyen ateos, agnósticos y aquellos que simplemente dicen no pertenecer a ninguna religión— han crecido hasta representar casi el 30% de la población adulta. Este cambio refleja no solo una transformación cultural, sino también un replanteamiento profundo de las creencias personales en un contexto social cada vez más secularizado.
El investigador principal del estudio, el Dr. Nathaniel Hughes, calificó los resultados como “sorprendentes, pero no inesperados”. Señaló que factores como la desconfianza hacia las instituciones religiosas, los escándalos en algunas iglesias y el auge de las redes sociales han contribuido significativamente a este distanciamiento espiritual.
Sin embargo, el informe también destaca un fenómeno paralelo: mientras muchos abandonan las estructuras religiosas formales, una porción considerable de la población sigue afirmando tener algún tipo de fe o creencia espiritual. El interés en prácticas como la oración personal, la meditación y la búsqueda de sentido sigue presente, especialmente en tiempos de crisis.
Líderes cristianos en Estados Unidos han respondido con llamados a la renovación y el discipulado auténtico. Algunos ven esta sacudida como una oportunidad para regresar a los fundamentos del Evangelio, más allá de las tradiciones institucionales.
“Esto no es el fin de la fe, sino una llamada de atención”, afirmó la pastora Melissa Carter, de una iglesia en Nashville. “Dios sigue obrando, pero debemos aprender a escuchar y responder a una generación que busca autenticidad y propósito”.
Este estudio plantea preguntas cruciales para el futuro del cristianismo en Estados Unidos y deja claro que la conversación sobre la fe está lejos de concluir.