El presidente ruso, Vladimir Putin, declaró que Israel sería el principal beneficiario si el régimen del presidente sirio Bashar al-Assad llegara a caer. Estas afirmaciones, realizadas durante una conferencia internacional en Moscú, han generado reacciones en el contexto de las complejas dinámicas geopolíticas de Oriente Medio.

Putin argumentó que la caída de Assad debilitaría la influencia de Irán y de grupos aliados como Hezbollah, considerados enemigos históricos de Israel, al tiempo que desestabilizaría a Siria, convirtiéndola en un terreno fértil para facciones extremistas que podrían ser manipuladas por intereses extranjeros. Según el líder ruso, "una Siria fragmentada y en caos sería una situación que Israel podría aprovechar estratégicamente para consolidar su posición en la región".

Estas declaraciones reflejan el enfoque de Rusia en mantener a Assad en el poder como un pilar de estabilidad en Siria y como un aliado clave en la lucha contra el terrorismo en la región. Moscú ha sido uno de los principales apoyos del gobierno sirio desde el inicio de la guerra civil en 2011, brindando asistencia militar, económica y diplomática para garantizar su supervivencia.

Por su parte, las autoridades israelíes han evitado comentar directamente las declaraciones de Putin, pero su política hacia Siria se ha centrado en contener la influencia iraní y evitar el fortalecimiento de Hezbollah cerca de sus fronteras. Israel ha llevado a cabo múltiples ataques aéreos en territorio sirio con este propósito, lo que ha generado tensiones con Rusia, quien tiene presencia militar significativa en la región.

Analistas internacionales interpretan las palabras de Putin como parte de un discurso estratégico para reafirmar la posición de Rusia en Oriente Medio. Al señalar a Israel como un posible beneficiario, busca resaltar los riesgos que enfrentan los actores regionales si el régimen de Assad colapsa, especialmente en un contexto donde el conflicto en Gaza y las tensiones con Hezbollah en Líbano ya han encendido alarmas.

La comunidad internacional, mientras tanto, continúa observando con preocupación la escalada de conflictos en la región. Las palabras de Putin subrayan la interconexión de las crisis en Siria, Líbano, Gaza e Israel, donde cada movimiento político y militar tiene el potencial de desestabilizar aún más a una de las regiones más volátiles del mundo.