Uno de los puntos más destacados de la asamblea fue la preocupación por la creciente hostilidad hacia las comunidades cristianas en ciertos países latinoamericanos, donde la persecución, aunque no siempre violenta, se manifiesta a través de restricciones legales y ataques a los valores cristianos en los medios y la cultura pública. Los delegados también discutieron las formas en que las iglesias pueden influir de manera positiva en la esfera pública, promoviendo la paz, la justicia social y la reconciliación.
El evento contó con la participación de importantes líderes evangélicos, quienes ofrecieron perspectivas y estrategias para el fortalecimiento de la misión evangélica en la región. Se hicieron énfasis en la necesidad de una mayor unidad entre las iglesias, así como en la colaboración interdenominacional para enfrentar los desafíos comunes, desde la pobreza y la violencia hasta el fortalecimiento de la familia y los valores cristianos en la sociedad.
Otro tema de relevancia fue el crecimiento del movimiento evangélico en América Latina. Los participantes celebraron los avances en términos de número de creyentes y de impacto social, pero también reconocieron la necesidad de una mayor formación teológica y liderazgo pastoral para asegurar el desarrollo sostenible de las iglesias locales.
Al concluir la asamblea, la AEL reafirmó su compromiso de continuar trabajando para la defensa de los derechos religiosos y el fortalecimiento de la presencia evangélica en el continente. La próxima asamblea se llevará a cabo en 2026, en un país aún por definir.
