Líderes religiosos y teólogos de diversas tradiciones cristianas han expresado su preocupación. Algunos han argumentado que cualquier acto que pueda ser visto como una exaltación del liderazgo humano sobre la soberanía de Dios va en contra de los fundamentos bíblicos. Un líder evangélico comentó: "La Biblia deja claro que ningún hombre puede ocupar el lugar de Dios. Debemos tener cuidado de no cruzar la línea entre lo simbólico y lo herético".
En redes sociales, las reacciones han sido mixtas. Mientras algunos católicos interpretan el gesto como un llamado a la unidad espiritual, otros creen que podría causar divisiones entre los fieles, especialmente entre aquellos que ya cuestionan ciertos aspectos de las enseñanzas y decisiones del Papa Francisco.
Desde el Vaticano, se han emitido declaraciones aclarando que la intención del evento no era en absoluto establecer paralelismos entre la autoridad papal y la divina, sino más bien resaltar la responsabilidad del Papa como "siervo de los siervos de Dios".
El acto ha abierto nuevamente el debate sobre la posición del Papa en la jerarquía eclesiástica y su relación con la autoridad divina según la interpretación de las Escrituras. Este tema no es nuevo, pero eventos como este lo reavivan, especialmente en un momento en que la Iglesia Católica enfrenta desafíos relacionados con la modernidad, la secularización y las críticas internas.
Reflexión final:
La controversia pone de manifiesto la delicada línea que los líderes religiosos deben caminar al intentar innovar en su misión sin perder de vista la doctrina y la percepción pública. ¿Es este un llamado a una comprensión más profunda de la fe, o un paso en falso que podría alienar a los creyentes?