EE.UU. busca reclasificar la marihuana: controversia entre avances médicos y advertencias sobre su peligrosidad
El gobierno de los Estados Unidos está avanzando en una propuesta para cambiar la clasificación de la marihuana a nivel federal. Actualmente categorizada como una sustancia de Categoría I, la misma clasificación que drogas como la heroína, podría pasar a la Categoría III, que reconoce un menor potencial de abuso y aplicaciones médicas aceptadas.
¿Qué implica este cambio?
De aprobarse, la reclasificación permitiría a los investigadores un acceso más sencillo para estudiar sus efectos y usos médicos. Además, facilitaría el desarrollo de tratamientos farmacéuticos basados en cannabis y reduciría las restricciones legales para su distribución. Sin embargo, la decisión no afectaría directamente las leyes estatales que regulan su consumo recreativo o medicinal.
El debate detrás de la reclasificación
Este anuncio ha generado una polarización en el debate público. Por un lado, sectores científicos y médicos destacan la necesidad de estudiar la marihuana sin las barreras legales actuales, señalando su potencial en el tratamiento de condiciones como epilepsia, dolor crónico y trastornos postraumáticos.
Por otro lado, estudios recientes han revelado preocupantes riesgos asociados con su consumo, especialmente en jóvenes. Entre estos se encuentran trastornos de salud mental como la ansiedad y la depresión, una mayor probabilidad de desarrollar esquizofrenia y el impacto negativo en el desarrollo cerebral.
Respuestas desde la sociedad civil y grupos religiosos
Grupos religiosos y organizaciones comunitarias han expresado su oposición, argumentando que una menor regulación podría promover su uso recreativo y aumentar los problemas sociales relacionados con la adicción. Líderes cristianos en el país han subrayado la importancia de proteger a los jóvenes de los efectos negativos de las drogas y han pedido mayor énfasis en campañas de prevención.
Mientras tanto, los defensores de la medida sostienen que se trata de un paso necesario para alinear las políticas federales con la realidad científica y el panorama estatal, donde la mayoría de los estados ya permite el uso medicinal y algunos también el recreativo.
Una decisión de amplio impacto
El futuro de esta propuesta está en manos de las agencias reguladoras y del Congreso, que tendrán que balancear las oportunidades médicas y económicas con los riesgos sociales y de salud pública.
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