El exembajador de los Estados Unidos en Israel, David Friedman, ha causado revuelo tras una contundente declaración en la que afirmó que prefiere alinearse con los principios de su fe y su relación con Dios, antes que con las políticas del Departamento de Estado de su propio país. Friedman, quien fue embajador durante la administración de Donald Trump, hizo estas declaraciones en el marco de una entrevista en la que abordó temas relacionados con la política exterior estadounidense en el Medio Oriente, su papel en el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel, y su profunda fe judía.
Friedman destacó que su servicio como embajador estuvo guiado no solo por intereses geopolíticos, sino también por convicciones personales basadas en su fe. "Hay momentos en los que uno tiene que elegir a quién servir, y para mí, la decisión está clara: prefiero estar con Dios que con cualquier institución gubernamental", señaló. Esta afirmación subraya su postura frente a las críticas recibidas tanto por el manejo de la diplomacia estadounidense en la región como por las políticas de la administración Trump hacia Israel.
El exembajador ha sido un defensor acérrimo de Israel y de las políticas que fortalecieron la relación entre Estados Unidos e Israel durante su mandato. Su fe y su convicción en la importancia de la alianza entre ambas naciones siempre fueron pilares de su servicio, lo que lo llevó a decisiones como el apoyo a la reubicación de la embajada estadounidense a Jerusalén en 2018, un hecho que marcó un hito histórico en las relaciones diplomáticas internacionales.
Friedman, que ahora se dedica a la vida pública como conferencista y comentarista político, sigue manteniendo su postura firme sobre la primacía de los valores religiosos en la toma de decisiones políticas. Su declaración refleja un desafío a la separación entre política y fe, una tensión que ha estado presente en muchas decisiones de la administración Trump y continúa siendo objeto de debate en la política exterior de los Estados Unidos.