En medio de un paisaje cubierto de nieve, donde el frío y la adrenalina se combinan, un hombre ha encontrado una manera única de compartir su fe y fomentar la comunidad cristiana. A través de los deportes de invierno y el simple pero acogedor gesto de compartir donas calientes, ha logrado reunir a personas de todas las edades para orar, fortalecer su relación con Dios y disfrutar del compañerismo en la naturaleza.

Lo que comenzó como una actividad recreativa entre amigos se ha convertido en una iniciativa con un impacto espiritual significativo. Equipado con su equipo de esquí o snowboard, este líder cristiano organiza jornadas en la nieve donde, antes de lanzarse a las pistas, los participantes se toman un momento para orar juntos, compartir reflexiones bíblicas y fortalecer su fe. Para muchos, estas reuniones no solo representan una oportunidad de disfrutar de la belleza del invierno, sino también de encontrar ánimo y dirección en medio de sus desafíos personales.

Además del deporte, las reuniones incluyen momentos de convivencia donde los asistentes disfrutan de donas y bebidas calientes. Este sencillo gesto ha permitido que más personas se sientan bienvenidas, creando un ambiente cálido en el que incluso aquellos que no practican deportes de nieve pueden participar y sentirse parte de la comunidad.

"El frío puede ser intenso, pero el calor del compañerismo y la oración nos une en un propósito mayor", comenta el organizador, quien ha visto cómo esta iniciativa ha llevado a muchos a acercarse a Dios y a fortalecer su vida espiritual.

Lo que empezó en una pequeña estación de esquí local ha ido creciendo, atrayendo a más personas cada temporada. Muchos ven en esta actividad una oportunidad para evangelizar de una manera fresca y auténtica, demostrando que la fe puede vivirse en cualquier entorno, incluso en las montañas cubiertas de nieve.

Con cada descenso por la nieve y cada oración compartida, este movimiento continúa extendiéndose, recordando a todos que la fe no tiene límites y que, incluso en el invierno más frío, la calidez del amor de Dios siempre está presente.

fuente: Mundo cristiano